A menudo, con la publicidad que nos llega cada día centrada en los colchones, olvidamos la importancia de la almohada en nuestro descanso diario. Esto suele ser así hasta el punto de que podemos llegar a plantearnos cambiar el colchón por otro más adecuado para nuestras cervicales cuando lo que puede estar fallando es la almohada. Pero… ¿Qué nos puede convenir más, una almohada dura o blanda? ¿Va en función de los gustos o también influyen otros factores? Debemos recordar que pasamos una media de 6 a 8 horas diarias pagados a ella, por lo que es importante acertar. En este post ofrecemos una pequeña guía para elegir almohada.
Antes de decidir comprar una almohada dura o blanda, tal vez alguien se pregunte si realmente necesita una almohada para dormir. Es algo que tratamos en este post. La mayoría de personas encuentran en este producto de descanso un imprescindible para una correcta alineación de su cuello y columna, pero puede haber casos en los que no necesiten está ayuda. Puede ser el caso de:
El resto de personas, como las que duermen de lado, o las que se mueven mucho y adoptan distintas posturas, que son la mayoría, dormirán mejor con una almohada que les ayude a dar apoyo a las cervicales y a alinear correctamente la columna.
Hay quien piensa que el tipo de almohada (dura, blanda, de látex, de viscoelástica) debe responder a su sensación de “comodidad”. Pero no siempre algo que nos resulta cómodo es más saludable. Pensemos, por ejemplo, que mucha gente que se ha acostumbrado a una mala postura de la columna vertebral al trabajar en una silla frente al ordenador encuentra el hecho de mantener la espalda erguida en un respaldo con la alineación adecuada bastante incómodo: es cuestión de acostumbrarse. Con la almohada pasa un poco lo mismo: si dormimos boca arriba, aunque una almohada dura nos resulte cómoda, nuestras cervicales pueden resentirse de la presión e incluso hacernos padecer tortícolis, y si dormimos de lado, una almohada demasiado blanda puede producir una alineación incorrecta de la columna. Además, más allá de la dureza de la almohada, también hay parámetros que no deben responder sólo a nuestros gustos: si una almohada nos resulta cómoda pero no es de la calidad suficiente, puede albergar ácaros, o no transpirar bien y llegar a alojar moho por la penetración de saliva, maquillajes, sudor, etc.
Nuestra sensación de comodidad, por lo tanto, es importante, pero nuestra elección de almohada no debe responder a este parámetro solamente, y en ciertos casos incluso puede ser necesario reeducar nuestro gusto para lograr una alineación correcta. Puede ser el caso de personas con:
En estos casos se debe favorecer la respiración y el apoyo postural con una almohada de una dureza determinada, prescrita por un especialista médico.
Es posible que alguien encuentre absurda la pregunta: “¿Cómo sé si una almohada es dura o blanda?”. En el sector del descanso, sin embargo, es una pregunta con trampa, porque una cosa es la dureza y otra la firmeza. Lo que la mayoría de personas entienden por una almohada dura, en realidad es una almohada firme, aunque suelen ir (no siempre, pero suelen ir) relacionadas.
La dureza, literalmente, es la fuerza que debemos ejercer en Newtons para comprimir una almohada al 40% de su volumen. Cuanta más fuerza debamos ejercer, más dura es la almohada. En este sentido, nos cuadrará que describamos una almohada como “blanda” si no debemos ejercer mucha fuerza, es decir, por ejemplo, si el peso de nuestra cabeza la hunde fácilmente.
Ahora bien, no todas las almohadas duras realmente las notamos duras y no todas las almohadas blandas las notaremos blandas. Eso es así porque una cosa es el núcleo y otra el acolchado. Un acolchado determinado puede hacer que una almohada blanda la notemos más firme que otra. De ahí que sea la firmeza lo que realmente nos da la sensación de confort o no según nuestro contacto con la almohada (cuán rápido responde a nuestro peso, cuán rápido recupera su forma, qué nivel de apoyo nos da y cuán homogéneo es en toda la superficie, etc.) Y no hay ninguna unidad de medida universal para medirla con eficacia, cada marca tiene la suya, que suele representar en escalas (por ejemplo, del 1 al 10) entre extra suave y extra firme, o con conceptos como extra suave, suave, firmeza o suavidad media, firme y extra firme.
Se suele tratar de almohadas muy mullidas, ideales para los personas que no necesitan mucho apoyo cervical, como las que duermen boca abajo, especialmente las que pesan poco, ya que ofrecen muy poca resistencia y adquieren la forma de la cabeza y el cuello muy fácilmente, de manera que no les impedirán respirar. En otro tipo de durmientes, este tipo de almohadas pueden provocar dolor cervical por no alinear correctamente la espalda con el cuello.
Las almohadas extra suaves suelen ser de plumas o plumón, de poliéster o de agua.
Son almohadas que brindan más apoyo que las extra suaves, pero siguen notándose esponjosas. Son adecuadas para quienes duermen boca abajo pero pesan más que los que duermen en almohadas extra suaves.
Las almohadas suaves suelen ser de viscoelástica, de látex, de plumas o plumón, de poliéster o de agua.
Los durmientes que se mueven mucho o que duermen boca arriba se benefician de estas almohadas que no son ni firmes ni suaves.
Las almohadas de firmeza o suavidad media suelen ser de los mismos materiales que las suaves: de viscoelástica, de látex, de plumas o plumón, de poliéster o de agua.
Se trata de almohadas muy firmes, pero no lo suficiente como para que no cedan al peso. Esto significa que ofrecerán una buena base de apoyo al cuello, y a la vez aliviarán la presión y darán mullidez a la cabeza. Esto suele ser ideal para personas que duermen de lado o boca arriba.
Las almohadas firmes suelen ser de viscoelástica, de látex, de plumas, de poliéster o de agua.
Son unas almohadas que suelen pesar bastante (porque parte de la firmeza la deben a la cantidad de material por volumen -la densidad-) y prácticamente no suelen ceder al peso. No son adecuadas para personas que duermen boca abajo porque no se adaptarán a la forma de la cabeza, y en cambio sí pueden ser una buena opción para personas que pesan mucho porque les dan el apoyo que necesitan.
Las almohadas extra firmes suelen ser de viscoelástica, de látex o de poliéster.
Teniendo en cuenta lo expuesto hasta ahora, a la hora de elegir una almohada dura o blanda, o lo que es más correcto, firme o suave, debemos hacernos las preguntas pertinentes.
Es un especialista médico el que debe determinar qué tipo de almohada necesitas en caso de padecer dolor cervical o apnea del sueño. Generalmente lo que una almohada debe proveer en estos casos es una muy buena alineación, para proveer apoyo a las cervicales y para favorecer la entrada y salida de aire sin obstáculos, con una firmeza media o alta. Además, suelen tener una forma determinada para favorecerlo.
Todas las personas suelen moverse al dormir, pero no todas lo hacen entre las mismas posiciones. Por ejemplo, hay quienes se mueven de lado a lado y suelen colocarse pocas veces boca arriba o boca abajo, y en estos casos deben considerarse durmientes que duermen de lado. En cambio, si la mayor parte del tiempo duermen boca abajo o boca arriba, aunque cambien en alguna ocasión, deben centrarse en estas posturas para elegir almohada.
Quienes duermen boca arriba o boca abajo suelen necesitar una almohada extra suave o suave dependiendo de su peso. Quienes lo hacen de lado, suelen necesitar una almohada de suavidad o firmeza media o incluso firme según su peso.
Hay quienes afirman que el factor determinante en la elección de la almohada es el peso. Las personas que pesan mucho deberán tender a almohadas firmes o incluso extra firmes para no hundirlas con la presión, mientras que las que pesan poco pueden experimentar dolor cervical o de cabeza si lo hacen en esas almohadas, y deben decantarse por firmezas más suaves.
Es una pregunta importante y mucha gente no se la hace. Una almohada y un colchón deben complementarse, trabajar en la misma dirección. Independientemente de nuestra posición al dormir, si nuestro colchón es firme, necesitaremos una almohada firme, y viceversa. Esto se debe a que un colchón firme no permite que el cuerpo se hunda demasiado y por lo tanto requerirá una almohada que cubra el mayor espacio entre la cabeza y el colchón, es decir, una almohada firme, que no ceda. Por el contrario, si nuestro colchón es suave, muy mullido, nuestro cuerpo se hundirá, y necesitaremos una almohada que ceda para no desviar demasiado la cabeza de la línea de la espalda, elevándola hacia arriba. Mucha gente piensa en la almohada como una forma de dar suavidad a una experiencia de descanso firme o viceversa y no debe ser así.
Es muy goloso comprar directamente por internet una almohada, fiándonos de conceptos llamativos como un nuevo material, o una tecnología determinada de fabricación. Sin embargo, desde MATINER Natural-Descans recomendamos, aunque se opte por finalizar la compra en internet, acudir a un profesional del descanso para probar la almohada. Recordemos que al final la sensación de dureza o firmeza es subjetiva, y que en algunos casos es el médico o el fisioterapeuta quien debe recomendar este producto, por lo que ver el producto, tocarlo, probarlo y hacer las preguntas pertinentes es importante para obtener la mejor experiencia de descanso.
Los posts de MATINER Natural-Descans tienen fines informativos y no deben reemplazar el consejo de un médico u otro profesional médico.