En otro post reciente explicamos los signos que nos indican que debemos cambiar de almohada, como el dolor de cuello al levantarnos, notar bultos en su interior, un exceso de manchas que no desaparecen… Pero una vez hemos concluido que debemos cambiar de almohada, ¿por cuál nos decantamos? ¿Debemos repetir el tipo que ya teníamos o es hora de hacer un cambio? En este post, desde MATINER Natural-Descans te asesoraremos sobre los tipos de almohadas principales que existen en el mercado y el tipo de durmiente al que beneficia cada uno.
En el caso de la almohada, su función es aliviar la presión que ejerce la cabeza y la parte baja de las cervicales y dar apoyo al resto de vértebras del cuello. Pero para poder dar esa función, la almohada debe ir en consonancia con el perfil del durmiente. No da el mismo apoyo una almohada firme que una suave (en este post hablamos de las diferencias entre ambas), o una almohada de látex que una sintética, sobre todo si pasan por procesos de fabricación muy distintos, ni necesita el mismo apoyo y liberación de presión un durmiente que duerme boca arriba que uno que duerme de lado o boca abajo, como ya hemos adelantado. Por eso podemos clasificar los tipos de almohada según los siguientes factores:
A continuación explicamos estos tipos de almohadas.
La firmeza de una almohada, como hemos explicado varias veces en este post, la firmeza está íntimamente relacionada con la dureza, y por eso a menudo se usan los conceptos indistintamente, pero no son exactamente lo mismo. La dureza hace referencia a un concepto físico: la fuerza que debemos hacer para comprimir el material hasta un 40% de su volumen. Si debemos hacer mucha fuerza, es que la almohada es dura, y si hacemos poca, es que es blanda. Si situamos nuestra cabeza en la almohada y notamos que se hunde en seguida, la almohada es blanda, y si no cede, es que es dura, y por lo tanto notaremos más la presión del material sobre nuestra cabeza.
La firmeza, sin embargo, tiene en cuenta otros factores más allá de la dureza: cuán rápido notamos que la almohada se adapta a nuestra cabeza, si la notamos mullida («rellena»), si notamos igual al contacto toda la superficie, etc. Y eso depende de cómo son los acolchados, no sólo de la dureza del núcleo. Por eso lo correcto para hablar de lo que entendemos como dureza realmente es la firmeza, porque sin conocer las especificidades de la fabricación y del material no podemos saber si el núcleo es realmente tan duro o tan blando como la firmeza y la suavidad que notamos.
Las almohadas suaves son ideales para personas que duermen boca abajo, ya que necesitan poco espacio a “rellenar”, es decir, a apoyar, entre la persona y la cama. Pero también pueden funcionar almohadas firmes pero con menor altura. También apreciarán las almohadas suaves las personas que pesan poco, ya que el peso influye, como hemos explicado, en la presión que se ejerce sobre la almohada, y si ésta no cede a este peso menor, puede resultar incómoda.
Las almohadas firmes suelen ser adecuadas para personas que duermen de lado, ya que no se hundirán tanto con el peso de la cabeza, pero en este caso deben tener la forma adecuada, porque una alta firmeza con una mala forma puede alinear mal la columna y causar dolor. Para este perfil de durmiente también es recomendable que la almohada sea más alta de la media, ya que el espacio entre el hombro y el cuello es mayor que el de otros puntos a “rellenar” en otros perfiles de durmiente. Las personas de mayor peso también suelen requerir de una almohada de mayor firmeza, para que no ceda fácilmente.
La densidad tiene que ver con la calidad de una almohada, porque hace referencia a la cantidad de material por metro cúbico que contiene. Cuanto más material, más duradera será porque tardará más en ceder perdiendo la forma, por lo que más calidad tendrá. Si queremos un tipo de almohada que nos dure lo máximo posible, deberemos elegir una de alta densidad.
La densidad suele tener que ver con la firmeza, ya que cuanto más material en un mismo volumen, más fuerza se suele requerir para comprimirlo, pero como hemos apuntado, esto también depende de los acolchados y de la combinación de capas en general.
No hemos puesto esta variable al principio a pesar de que es lo primero que solemos mirar. ¿Es de látex? ¿Es de viscoelástica? ¿Es de fibra? Realmente esta cuestión va a gustos más que a una vinculación científica con el perfil de durmiente, la firmeza o a la calidad, siempre que los materiales y el proceso de fabricación en todos los casos sean de calidad. Existen almohadas de látex que pueden determinar zonas de descanso como una de viscoelástica y almohadas de viscoelástica que proporcionan una mullidez que se atribuía casi exclusivamente al látex o a la fibra.
En primer lugar debemos recordar que existe el látex natural y el látex sintético. El látex natural se produce a partir de la savia del árbol del caucho, de la que se fabrica una espuma elástica, naturalmente transpirable y antialérgica y muy duradera, libre de tóxicos.
Aunque el látex natural tiene innumerables propiedades y ventajas, por el hecho de ser natural no siempre es un producto mejor para cualquier durmiente. A menudo se necesitan mezclas entre ambos tipos para lograr diferentes durezas en el mismo producto, por ejemplo. Por eso una gran proporción de las almohadas que se comercializan en el mercado presentan una mezcla entre ambos.
Ambos tipos de látex proporcionan una sensación mullida muy agradable y además actualmente los acolchados y mezclas de materiales permiten que una almohada de látex proporcione diferentes zonas de descanso.
Al ser un material transpirable, antialérgico y antibacterias, es una buena opción para quienes duermen de lado y sobre todo boca abajo, así como para personas asmáticas, ya que acumulan menos ácaros (que se alimentan de la materia orgánica de nuestros fluidos, trozos de piel muerta, etc.) y menos bacterias provenientes de nuestra saliva, nuestra piel, etc.
MATINER Natural-Descans dispone en su catálogo de un modelo de almohadas de látex obtenidas por vulcanización de una mezcla de látex natural/sintético (mínimo 50% de látex natural) y aire.
Las almohadas de viscoelástica son normalmente sintéticas, fabricadas de espuma de poliuretano a la que se le añaden aditivos para aumentar su elasticidad y su viscosidad para lograr el «efecto memoria» o «efecto abrazo», pero ya existen productos que usan el biovisco, un tipo de espuma con las propiedades requeridas obtenida directamente de la naturaleza, como la soja, para procurar su rápida biodegradación cuando llega al final de su vida útil.
La viscoelástica proporciona un apoyo firme que a la vez alivia la presión de los puntos que lo necesitan, adaptándose exactamente a la forma del cuerpo. De ahí que este tipo de almohadas sean ideales para durmientes que padecen problemas cervicales. Sin embargo, este «efecto abrazo» hace que, para quienes aprecian esa sensación, sea adecuado para cualquier postura de sueño.
MATINER Natural-Descans dispone en su catálogo de un modelo de almohadas de espuma viscoelástica con núcleo con forma de espuma flexible de poliuretano sensible a la temperatura y con efecto memoria.
Se trata de un material muy adecuado para personas con alergias a otros materiales como las plumas naturales, ya que puede ser de microfibra o de poliéster, pero no suele ser muy transpirable y tiene una vida útil más corta, por lo que hay que cambiar la almohada con más frecuencia. Como ventaja, son más económicas y las hay en una gran variedad de tamaños, firmezas y formas, al venderse muy fácilmente, así que pueden satisfacer a cualquier tipo de durmiente. Además, pueden lavarse en la lavadora en la gran mayoría de modelos.
Tienen como principal ventaja que permanecen mucho tiempo mullidas y que pueden recuperar su forma si se golpean, y dan una sensación de gran comodidad a la mayoría de durmientes, pudiendo ser más firmes o menos dependiendo del número de plumas que contienen y de su capa de acolchado, además de más o menos gruesas. Sin embargo, son costosas y su limpieza, como en el caso de las almohadas viscoelásticas y de látex, debe llevarse a cabo por profesionales. De lo contrario, las almohadas de plumas pueden estropearse o acumular ácaros.
Al ser un material proveniente de los patos o las ocas, tienen detractores por sus implicaciones en relación al sacrificio de animales para el uso de sus plumas.
Existen un sinfín de alturas para una almohada, desde las que son casi planas hasta las que son muy gruesas. La altura de la almohada dependerá de la forma y el peso de nuestro cuerpo y de nuestra postura al dormir:
Si dormimos de lado, por ejemplo, ya hemos apuntado anteriormente que necesitaremos una almohada más alta, que rellene el hueco entre nuestro hombro y el cuello. Además, este hueco suele ser mayor cuanto más alta es la persona, y también en el caso de la mayoría de hombres, que tienen el tórax más ancho.
Si dormimos boca abajo, probablemente apreciaremos una menor altura, ya que de lo contrario alinearemos incorrectamente nuestra columna, pero con una firmeza suficiente como para no hundirnos en ella y poder respirar correctamente.
Si dormimos boca arriba, lo más adecuado será una altura media, que rellene de apoyo a las cervicales, rellenando el hueco, aliviando la presión del peso de la cabeza. La firmeza dependerá de nuestro peso y de nuestra sensación de confort, que a su vez hay que compensar con la altura: si nos gusta una almohada firme pero pesamos poco, podemos elegir una almohada de menos altura, mientras que si la preferimos suave y pesamos mucho, deberemos compensar con una mayor altura de almohada para no hundirnos en ella.
Quizá muchas personas lean este post y no estén seguras de en qué postura duermen, porque la mayoría de personas se mueven bastante en la cama. Debemos entender como la postura en la que dormimos aquella más habitual, en la que nos solemos despertar por la mañana, o alguna vez por la noche para ir al baño, etc. Si nos despertamos habitualmente sobre uno de nuestros hombros, por ejemplo, somos durmientes de lado.
Los tamaños de las almohadas, como los de los colchones, suelen ser estándares: de 70, de 75, de 80, de 90, de 105… Lo aconsejable es elegir una almohada individual, es decir, no una que ocupe todo el ancho de la cama si dormimos acompañados, ya que cada durmiente, como hemos ido viendo, tiene necesidades únicas e intransferibles. El tamaño de la almohada lo determina especialmente el ancho del colchón: en un colchón de 150, suelen elegirse dos almohadas de 70, en un colchón de 160 suele recurrirse a dos de 80, etc.
En cuanto a las formas, lo habitual es que sean rectangulares y las cuadradas sean decorativas, ya que estas últimas no dan mucho margen al movimiento en la cama sin que la cabeza se salga de ellas. También existen almohadas tubulares, que suelen ser adecuadas para dar apoyo a la parte posterior de las rodillas o para poner entre las piernas para las personas que duermen boca arriba o de lado respectivamente.
Además de los tipos de almohadas que hemos visto, podemos encontrar otros, en función de los tipos de materiales, la gama, la forma, etc., como por ejemplo:
MATINER Natural-Descans dispone en su catálogo de un modelo de almohadas de viscoelástica con aloe vera que da a la almohada una elevada elasticidad y ayuda a una mejor y máxima relajación durante el descanso.
Para elegir la almohada también debemos tener en cuenta las características de nuestro colchón. En este post explicamos cómo se relacionan. MATINER Natural-Descans está presente en un gran número de colchonerías que te asesorarán sobre la almohada que beneficiará tu experiencia de descanso.
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