El mundo de los productos para el descanso puede resultar a veces confuso. A menudo se confunden conceptos como la dureza y la firmeza, el látex natural y el ecológico o los cubrecolchones y los toppers. En este post tratamos esto último, concretamente qué es un topper.
Un topper es una capa extraíble de un cierto grosor que se coloca sobre un colchón para proporcionar amortiguación y apoyo complementario al colchón, que puede ir sujeto con cintas al colchón para evitar que se mueva, y mucha gente pone una bajera ajustada o un protector por encima para que no se note. En los últimos años su demanda ha ido en aumento, ya que es una forma de hacer que los colchones duren más y de abordar las limitaciones que van surgiendo con el tiempo.
Un buen topper puede añadir apoyo a un colchón que sea poco firme, y también puede agregar mullido a un colchón demasiado firme sin perder superficie de apoyo a los puntos de presión.
A menudo se usa el término cubrecolchón y topper de forma intercambiable, cuando en realidad son dos productos diferentes que sirven para propósitos diferenciados.
Un cubrecolchón es una capa fina de tejido que se pone por encima del colchón y por debajo de la sábana bajera, y está pensada para proteger el colchón de la humedad, los ácaros del polvo y las bacterias, aunque también puede brindar mayor comodidad. Es, por lo general, económico, aunque dependiendo del material y de la medida puede variar.
Un topper también cubre el colchón, pero está destinado a complementar las prestaciones de firmeza del colchón, aunque también provee protección contra la humedad, los ácaros del polvo y las bacterias, siendo en este sentido una versión mejorada (generalmente más gruesa) del cubrecolchón.
Los toppers son una solución habitual para hacer más mullidos colchones muy duros, es decir, cuya espuma requiere una gran fuerza para comprimirse, adecuado especialmente para personas que duermen boca arriba, ya que las que duermen de lado pueden sentir mayor presión en hombros y caderas, y personas que pesan más de 90 kg. Los colchones duros, además, como suelen ser más duraderos (especialmente si son de alta densidad), son una opción para personas que quieren invertir en más años de descanso.
El tiempo de respuesta lento que suelen tener este tipo de colchones (a no ser que estén fabricados con espumas técnicas de calidad sensibles de compresión más rápida) puede no resultar agradable a algunos durmientes, por ejemplo, aquellos que se mueven mucho en la cama y no notan que su colchón se adapte a su nueva forma de forma rápida.
En este caso, un topper más mullido puede ser la solución para compensarlo, aliviando puntos de presión, aunque la forma como estén combinados los materiales en el núcleo y los acolchados también pueden hacer que un colchón duro genere una sensación menos firme, sin necesidad de un topper. Si nos estamos planteando cambiar de colchón sólo porque nos parece demasiado duro cuando todavía está muy nuevo, un topper puede ser lo que necesitamos.
Los colchones blandos son la alternativa adecuada para personas que pesan poco y por lo tanto no tienden a deformar el colchón por la fuerza que ejerce su peso sobre el colchón, que duermen de lado, dado que permiten que el hombro y la cadera se hundan para reducir los puntos de presión, y para personas que se mueven mucho, ya que el hecho de que no se requiera mucha fuerza para comprimirlos permite una adaptabilidad inmediata con el movimiento, a diferencia de los colchones duros o los de efecto memoria.
Sin embargo, un colchón blando puede resultar en una sensación de menor apoyo y hundimiento, especialmente entre los que duermen boca abajo, por lo que un topper más firme, de una densidad suficiente, puede complementarlo.
Si bien es cierto que, como hemos dicho antes, los colchones con baja dureza suelen degradarse antes por la deformación (aunque esto depende especialmente de la densidad, es decir, de la cantidad de material utilizada por metro cuadrado de colchón) y usar desde el principio un topper puede aliviarla y alargar la vida del colchón, recurrir a un topper cuando nuestro colchón ya está viejo y ha perdido firmeza para no cambiarlo no es una buena solución.
Recuerda que dar la vuelta al colchón de vez en cuando ayuda a aumentar la vida de un colchón.
En general, un topper es un complemento. Si nuestro colchón ya tiene más de 5 a 10 años (según su calidad) y muestra signos de desgaste como hundimiento, un topper puede ser un “parche” bastante caro para nuestro problema, ya que no durará tanto como un colchón nuevo adecuado para nosotros y no nos proporcionará la misma calidad de descanso.
En nuestro post “Cada cúanto cambiar un colchón” explicamos en profundidad qué debemos tener en cuenta para saber si necesitamos un colchón nuevo.
Los toppers que existen en el mercado son de diferentes tamaños, materiales, estilos y precios, pero en general se diferencian por los materiales, como ocurre con los colchones. Suelen ser de viscoelástica, de látex, de lana, de algodón, de plumón o de fibra. Aunque en otro post hablaremos de forma más profunda sobre los tipos de toppers en concreto, los enunciamos brevemente a continuación:
Debemos partir por visitar nuestra tienda de descanso de confianza, o en nuestro barrio, ya que probablemente dispongan de una extensa sección de toppers para colchones, y dejarnos asesorar por un especialista en descanso, y probar los que nos ofrezca como muestra.
Hay que pensar que la información que podemos encontrar por internet sobre materiales, firmezas, durezas, etc., no significa lo mismo para cada persona: un colchón calificado como “duro” puede no notarlo igual de cómodo una persona u otra, aunque ambas afirmen que prefieren los colchones duros, y eso es porque también influyen, como hemos explicado, la combinación de materiales y los acolchados. Lo mismo ocurre con un topper, y más aún teniendo en cuenta que hay que ponerlo sobre un colchón que ya tiene unas prestaciones concretas, diferentes entre las de una persona u otra.
Si no hemos probado un topper con un colchón como el nuestro por lo menos 10 minutos, y si es posible con la persona que duerme con nosotros si la hay, es difícil saber si es el más adecuado para nosotros.
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