La postura que adquirimos al dormir es fundamental en nuestra calidad del sueño. A ella llegamos influidos por muchos factores, personales, físicos y ambientales, como nuestra condición física, los hábitos que hemos desarrollado desde la infancia, factores externos como el colchón o con quién dormimos o incluso nuestro estado psicológico, pudiendo el estrés o la ansiedad determinar esta postura. Además, ésta no suele ser la misma durante la noche: es habitual cambiarla en busca de la comodidad y el alivio en los puntos de presión como los hombros, las caderas, las rodillas, etc.
Si nos estamos preguntando si dormir boca abajo es malo es quizá porque sabemos que buena parte de las horas de sueño llegamos a esa postura, y quizá también porque, sabiéndolo, hemos notado que no dormimos cómodos, o que nos despertamos con dolores en lugares concretos, o la sensación de no haber descansado lo suficiente. Y por eso debemos adelantar que dormir boca abajo, efectivamente, no suele ser lo más adecuado, aunque existen excepciones. Explicamos el por qué.
Es difícil afirmar que dormimos boca abajo porque es muy poco habitual que alguien duerma en la misma postura toda la noche. De hecho, ir cambiando de postura (entre 10 y 40 veces, según se explica en este artículo en The New York Times) es completamente normal e incluso saludable, no es sinónimo de dormir mal, al contrario. Cuando estamos en una postura un tiempo muy prolongado, se produce presión en ciertos puntos según cuál sea esa postura, como los hombros, las caderas o la cabeza, y necesitamos aliviarlo y redistribuir nuestro peso sobre el colchón. Además, al cambiar de postura también favorecemos que la sangre fluya más libremente, y también regulamos la respiración y la temperatura corporal.
Ahora bien, un exceso de cambios de postura puede significar precisamente que sentimos la presión demasiado a menudo, que no estamos a una temperatura ideal, que no respiramos bien, etc., y por eso necesitamos movernos más, a menudo despartándonos más seguido. Por eso a veces es complicado saber en qué postura dormimos, pero sí sabemos en estos casos que tenemos que hacer cambios en nuestro colchón, nuestro somier o el ambiente de sueño para dormir mejor.
Dormir boca abajo no suele ser una postura recomendada para dormir. En primer lugar, porque el cuello experimenta una torsión al tener que girarlo para respirar. En segundo lugar, porque el grueso de nuestro peso está en el medio del cuerpo, en el torso, y en está postura nuestro peso hace que la espalda sea presionada hacia abajo en una curva antinatural. Y cuando la espalda experimenta presión, al transportar los nervios la columna vertebral, puede causar dolor en casi cualquier otra parte.
Dormir boca abajo, además, puede acarrear algunas dificultades respiratorias, al impedir la expansión óptima de los pulmones que presionan contra el colchón, haciendo que la respiración sea menos eficiente.
En el caso de las embarazadas, esta posición está todavía más desaconsejada, sobre todo en los últimos meses, al presionar el útero y el feto, interferir en la circulación sanguínea y aumentar la tensión en la espalda baja de la madre a medida que el peso del abdomen aumenta.
Por otro lado, se relaciona dormir boca abajo con una proliferación mayor de arrugas y acné, dada la constante presión y fricción de la cara contra la almohada y el contacto de la cara con los fluidos y restos de maquillaje que se depositan en ella.
Al inicio del post ya hemos explicado que la postura en la que dormimos está motivada por muchos factores. En el caso de dormir boca abajo puede ser, además, por algunos motivos muy concretos:
Aunque nos movamos durante las horas de sueño, hay algunas maneras de determinar que gran parte del tiempo lo hacemos boca abajo:
Si dormimos boca abajo podemos intentar cambiar nuestra postura a una más saludable, como boca arriba o de lado. Podemos acostumbrarnos con los siguientes trucos:
En MATINER Natural-Descans ofrecemos un amplio catálogo de colchones para diferentes posturas al dormir, que ayudan a encontrar el confort, el apoyo y el alivo de la presión en posturas boca arriba y de lado para evitar en la medida de lo posible dormir boca abajo.
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