Una almohada vieja o no adecuada para nuestros hábitos de sueño puede echar por tierra el mejor colchón. Es muy habitual que personas que no duermen bien en su cama piensen que es por su colchón, cuando es posible que lo que deban cambiar sea su almohada (o ambas cosas). Si debemos doblar y colocar la almohada de mil maneras para estar cómodos, es la primera señal de que está vieja o no es adecuada y es hora de cambiarla. En este post explicamos cómo elegir almohada para ayudar a dormir en una postura saludable.
Dormir en una buena postura es clave para un sueño reparador (que ayuda a “reparar” las funciones de nuestro cerebro, cuerpo y mente) noche tras noche, y levantarse sin dolores o rigideces articulares o musculares. Esta postura la procura el colchón y la almohada, proveyendo al cuerpo una alineación, desde las rodillas y las caderas, a través de la columna vertebral hasta el pecho y los hombros, el cuello y la cabeza.
Si el cuello y los hombros no proveen de un apoyo suficiente, o si este apoyo es en un ángulo que causa torsión, estiramiento o contracción, entonces la columna vertebral y el cuerpo están fuera de la alineación con el cuello y la cabeza, algo que provoca rigidez y dolor en el cuello, la cabeza, los hombros y la espalda, adormecimiento de brazos y puede provocar también insomnio.
La almohada ideal es aquella que nos permite apoyar cómodamente la cabeza, el cuello y los hombros en línea recta, y que a la vez se adapte al colchón.
Como en el caso de los colchones, la preferencia por el material de relleno de una almohada es muy personal, y tiene que ver con nuestros hábitos de sueño y nuestro presupuesto, entre otros factores. Los cuatro tipos de almohadas más vendidas en el mercado son las de pluma y plumón, miraguano microfibra, viscoelástica y látex. Todas las opciones suelen presentar diferentes opciones de firmeza, para adaptarse a los diferentes perfiles de durmiente que enunciamos en el apartado siguiente. El precio varía según el material, su calidad, y el tamaño, y va desde unos 20€ a más de 100€, aunque no siempre lo más caro es lo mejor. Lo importante es elegir una almohada que aporte suficiente apoyo y comodidad.
Ventajas: Se trata de la opción más barata si se dispone de un presupuesto limitado y está disponible en opciones hipoalergénicas.
Desventajas: No es tan transpirable como otros materiales, y tiene una vida útil más corta, deben reemplazarse cada pocos años.
Un ejemplo de almohada de fibra es la de Matiner de fibra de bolas.
Ventajas: Ofrece un apoyo postural uniforme, es fácil de cuidar, resistente y duradera.
Desventajas: Puede ser algo calurosa en verano (aunque los tejidos actuales son muy transpirables), y a algunas personas no les gusta la sensación de “abrazo”.
Un ejemplo de almohada de viscoelástica es la de Matiner de viscoelástica y la de Matiner de viscoelástica perforada, que proporciona una circulación de aire adicional, lo que contribuye a una perfecta transpiración y minimiza la presión en el cuello.
Ventajas: Ofrece un apoyo uniforme, es transpirable y no acumula calor (a diferencia de las almohadas de viscoelástica), es naturalmente hipoalergénica, resistente al moho y al polvo y duradera. Es la almohada más fresca.
Desventajas: Es la opción más cara, pero existen muchas razones para optar por ella.
Un ejemplo de almohada de látex es la de Miolatex 100% Látex.
Ventajas: Es duradera, lavable e hipoalergénica, natural y libre de químicos, ideal para quienes están acostumbrados a dormir en almohadas de plumón por su sensación similar pero prefieren una alternativa totalmente ecológica y respetuosa con los animales.
Desventajas: No ofrece el mismo apoyo uniforme que el látex o la viscoelástica.
Un ejemplo de almohada de miraguano es la de Matiner Miraguano.
Las almohadas de plumón y sintéticas suelen ser opciones livianas, mientras que la espuma viscoelástica y el látex son materiales más densos. La densidad de cada almohada, igual que el material, depende de las preferencias de cada uno. Si nos gusta cambiar de posición y mover nuestra almohada con nosotros mientras descansamos, una almohada más liviana puede ser la mejor opción.
Sea del material que sea, un relleno de calidad en una almohada es fundamental para su comodidad, su apoyo, su longevidad y, por supuesto, su precio. Una vez decidido el material del relleno más adecuado para nosotros, lo ideal es seleccionar el de mayor calidad que nuestro presupuesto nos permita. Hay que recordar que pasaremos miles de horas en ella (2.920 horas al año).
Para la mayoría de las personas, una almohada de tamaño estándar es lo suficientemente grande. Si prefieres una almohada más grande, está bien, siempre y cuando puedas mantener tu postura para dormir en alineación. El grosor o la delgadez de su almohada le permitirán dormir con la cabeza, el cuello y los hombros alineados con la columna vertebral, además de brindarle comodidad. Asegúrese de que la funda de la almohada y la almohada encajen correctamente. No coloque una almohada grande en una funda de tamaño pequeño, ni deje que una almohada de tamaño estándar nade en una funda de almohada extra grande.
También encontramos almohadas ‘especiales’, que sirven para satisfacer necesidades concretas como las almohadas cervicales y de contorno, que ayudan a aliviar el dolor de cuello y espalda, o las almohadas corporales, contorneadas, que brindan apoyo, estabilidad y alivio para los puntos de presión a lo largo del cuerpo. Es recomendable, sin embargo, acudir a un experto en descanso con solvencia, que podemos encontrar cerca en nuestro barrio, para que nos asesore, ya que las almohadas especiales en algunos casos pueden ser más un elemento de márketing que una necesidad real.
El uso de telas naturales y transpirables como el algodón para cubrir la almohada son fundamentales para la comodidad en el sueño. Las fundas de almohada que se ponen debajo de las fundas exteriores ayudan a prolongar su vida útil todavía más, ya que las protege de manchas y sudor. Quienes además usan fundas que van a juego el cubrecama, deben recordar que son sólo decorativas y que deben quitarse antes de dormir.
Quienes duermen boca arriba sobre la espalda aprecian una almohada de viscoelástica más delgada que las de otros materiales porque moldea las curvas del cuello, con la parte inferior más gruesa para ayudar a acunar el cuello. También puede ser buena idea tratar de dormir con otra almohada debajo de las rodillas para aliviar la presión en la espalda baja.
Quienes duermen de lado necesitan una almohada grande y firme, para ayudar a reducir la distancia entre la oreja y el hombro. Hay quien opta por dormir con una almohada entre las rodillas para alinear mejor su columna vertebral.
Dormir boca abajo no es la opción que mejor sueño nos depara, ya que ejerce una gran cantidad de estrés en la parte inferior de la espalda, y puede provocar dolor en el cuello y en la parte baja de la espalda. Sin embargo, si siempre nos despertamos en esta posición, utilizar una almohada delgada, o incluso ninguna almohada, puede ser una buena solución, así como tratar de dormir de costado y de abrazar una almohada corporal si lo que nos gusta de dormir boca abajo es la sensación de algo presionando contra el estómago.
No todos dormimos en una posición estática, especialmente si compartimos nuestra cama con otra persona. En este caso puede favorecernos una almohada lo suficientemente flexible para cuando nos pongamos boca abajo pero que provea del apoyo suficiente para cuando nos giremos de lado.
La elección de nuestra almohada está relacionada con el colchón que utilizamos o que vayamos a comprar. Si usamos un colchón firme, una almohada más blanda puede ser la mejor opción, ya que ésta necesita adaptarse a la presión del peso de la cabeza en la posición inicial para dormir. Si, por el contrario, tenemos un colchón más blando, entonces una almohada más firme puede ser mejor para mantener una correcta alineación de cuello y cabeza con el cuerpo.
A estas alturas quizá aún nos aceche una duda: ¿realmente debo cambiar ya mi almohada? Según expertos en el sector debemos sustituir la almohada cada 18 meses aproximadamente, pero eso depende de como se haya cuidado, cómo durmamos, la calidad de la almohada, etc. Por ejemplo las almohadas de espuma viscoelástica y látex tienen más durabilidad (hasta 5 años) que las sintéticas o naturales.
Si tenemos en cuenta que dormimos casi 3.000 horas al año en nuestra almohada nos haremos una idea de la cantidad de células muertas de la piel, restos de lágrima y de saliva, moho, hongos y ácaros del polvo (así como sus heces), que pueden acumular, que pueden desencadenar alergias, interferir en nuestra respiración mientras dormimos y otras incomodidades que dificultan el buen sueño.
En general, hay algunos factores que nos indican que una almohada debe ser renovada:
La proliferación de tiendas online de descanso, incluyendo opciones que se anuncian como low cost, hace que muchos se animen a comprar sus almohadas después de haberse informado en posts como este. Sin embargo, por pedagógica que sea la información que encontremos por internet, no es un atajo para garantizar amortizar la inversión que hagamos en nuestros productos de descanso. Lo ideal es acudir a un profesional del descanso con experiencia y calidad contrastadas, que nos permita probar las almohadas en un colchón parecido al nuestro, colocarla en la posición en la que durmamos, movernos, e incluso probarlos con nuestra pareja. Si no hemos probado una almohada por lo menos 10 minutos es difícil hacernos a la idea de si es la que más nos conviene.
Los posts de MATINER Natural-Descans tienen fines informativos y no deben reemplazar el consejo de un médico u otro profesional médico.