Durante mucho tiempo los fabricantes se han dedicado a hacer circular información interesada sobre cada cuánto cambiar un colchón. Como si de una fórmula matemática se tratara, se solía decir que cada 8 o 10 años hay que cambiar nuestro colchón. Sin embargo, igual que no hay manera de saber cada cuanto cambiar unos zapatos sin saber factores que influyen como su calidad, su uso, su cuidado, etc., tampoco hay forma de determinar una regla que establezca exactamente cada cuanto cambiar el colchón sin tener en cuenta cómo está hecho, cómo se cuida, nuestros hábitos de sueño, etc.
Si lo piensas bien, sólo el hecho de que hayas buscado información sobre este tema demuestra que tal vez no descansas en tu colchón todo lo que deberías, sea porque el colchón es viejo o porque no es el adecuado. En este caso no necesitas que nadie te diga cuándo debes cambiar tu colchón: si no duermes bien en él, es el momento de hacerlo.
Lo principal que debemos tener en cuenta es que la función de un colchón es proporcionar un descanso de calidad. En este sentido, una forma de saber si necesitamos cambiar el colchón es analizando cómo nos sentimos al despertar. Y en esa sensación influyen diferentes factores:
La afirmación de que hay que cambiar un colchón cada un periodo de tiempo determinado, por lo tanto, es un mito. La verdad es que si un colchón tiene muchos años pero es de calidad, todavía puede ofrecernos un buen descanso.
Si tu colchón tiene una abolladura con la forma de tu cuerpo, o notas los muelles en el caso de colchones de muelles, es señal de que está demasiado usado. Esto suele ocurrir con los colchones viejos, ya que el material se degrada con el tiempo, pero a veces ocurre en pocos años, en colchones con poca densidad (poca espuma o látex por metro cúbico) y por lo tanto de poca calidad.
Los colchones hundidos suelen interrumpir el sueño y hacernos sentir incomodidad por la mañana, ya que al movernos notamos la diferencia en el nivel de apoyo y de adaptación al cuerpo.
Es verdad que si nuestro colchón está hundido con la forma de nuestro cuerpo puede provocar que nos despertemos más veces y nos levantemos con la sensación de no haber descansado lo suficiente. En este caso, hay que pensar en cambiarlo
A veces no es necesario que pase mucho tiempo para cambiar el colchón, sino dormir con otra persona después de una temporada de dormir solos. No todos los colchones son igual de idóneos para dos personas, especialmente si tienen hábitos de sueño diferentes.
Si en pareja no dormimos igual de bien en el mismo colchón que usaba solo uno de los dos, lo mejor es cambiarlo por otro que proporcione la independencia de lechos adecuada.
Si antes dormíamos bien en nuestro colchón cuando lo usábamos solos y al incorporar otra persona a la cama empezamos a dormir mal, es posible que el colchón no proporcione la independencia de lechos suficiente y sea mejor cambiarlo.
Si han aumentado tus síntomas de alergia o asma y no es temporada de alergias y no hay una explicación alternativa para ello, el colchón podría tener que ver. Los colchones suelen acumular ácaros (especialmente los que no tienen una calidad suficiente) y éstos pueden provocar alergias y ataques de asma. Pasar la aspiradora, el robot de limpieza al vapor y dar la vuelta al colchón puede reducir el polvo y los ácaros para aliviar los síntomas. Si estos pasos no ayudan, la solución puede pasar por comprar un colchón nuevo, a ser posible con tratamiento anti-ácaros.
Si bien es cierto que cambiar un colchón puede contribuir a disminuir nuestras alergias o asma (especialmente si el colchón es de buena calidad y tiene tratamiento anti-ácaros y anti-alergias), también es cierto que a veces con una correcta limpieza y aspiración periódica podemos dormir mejor en nuestro colchón.
No es anormal que durante el ciclo de vida de un colchón ganemos o perdamos mucho peso. Puede ocurrir por una operación, un accidente, un embarazo, una dieta o simplemente al envejecer. Eso puede ocasionar un peor descanso incluso en un colchón en buen estado.
Si el problema en el descanso es una excesiva firmeza o los puntos de presión, puede comprarse un cubrecolchón (topper) como solución temporal hasta que llegue el momento de comprar un colchón nuevo (o volvamos a recuperar el peso anterior en un corto periodo de tiempo, por ejemplo, tras un embarazo). Sin embargo, si el colchón es demasiado mullido o no nos proporciona soporte, un topper hará muy poco para ayudarnos a dormir mejor.
Es cierto que los cambios de peso pueden hacer que nuestra sensación de confort en un colchón cambie, y por lo tanto pueda ser buena idea cambiar de colchón por uno adecuado a nuestro nuevo peso. Sin embargo, si el cambio de peso es puntual (por un embarazo o un accidente, por ejemplo), puede no valer la pena comprar otro colchón si el que tenemos ya es de calidad.
Cuidar adecuadamente nuestro colchón contribuirá a prolongar su vida útil. Es fundamental seguir las instrucciones del fabricante, y seguir algunas pautas básicas:
Aspirar el colchón de forma regular puede ayudar a mantener los alérgenos y los ácaros del polvo al mínimo. También puedes espolvorear bicarbonato de sodio en el colchón y aspirarlo 24 horas más tarde para ayudar a eliminar la humedad y los olores atrapados.
Los colchones deben limpiarse una vez al año y limpiarse de forma localizada cuando sea necesario.
Resulta muy tentador, especialmente si hay una oferta de por medio, decidirnos por cambiar el colchón de repente, con unos pocos clicks, en una tienda online.
Sin embargo, incluso si hemos dedicado tiempo a informarnos por Internet de cuál es la mejor opción según nuestro presupuesto y hábitos de sueño, es aconsejable pasar antes por una tienda física a probar el colchón.
Por engorroso que nos pueda parecer, no hay atajo para garantizar que podremos amortizar nuestra inversión en descanso que no implique tumbarnos sobre un colchón de exposición y acurrucarnos en nuestra posición preferida, movernos de un lado a otro, ponernos en posición de lectura e incluso probar distintas posiciones con nuestra pareja a la vez. Si no hemos probado un colchón por lo menos 10 minutos es difícil hacernos a la idea de si es el adecuado.
Ocurre muy a menudo que no dormimos del todo bien en la cama y lo primero que se nos ocurre es consultar cada cuánto cambiar el colchón, cuando cabe la posibilidad de que tengamos que cambiar sólo de almohada, o ambas cosas. Algunas molestias de espalda o en el cuello pueden ser ocasionadas por una almohada inadecuada. Una almohada adecuada es fundamental para una correcta alineación espinal y un apoyo correcto de las cervicales.
Aunque en otro post explicaremos cómo elegir la almohada ideal, aquí haremos una recomendación en cuanto a la periodicidad en que debemos sustituirla. Un truco para saberlo es doblarla por la mitad: si se mantiene doblada, es hora de cambiarla, porque no tiene la firmeza suficiente.
Es importante comprar almohadas de calidad y cuidarlas correctamente. Estos complementos del sueño absorben nuestros aceites corporales, las células muertas de nuestra piel, nuestra saliva, etc., y eso es caldo de cultivo para los ácaros del polvo (alérgenos comunes).
En cuanto a las sábanas, a veces pensamos que debemos cambiar el colchón porque nos da sensación de calor. Sin embargo, es muy habitual que lo que realmente nos de calor sea la ropa de dormir que nos ponemos y la ropa de cama, y al revés, hay quien está convencido de que el colchón le genera sensación de frío y tal vez es la ropa de cama o de dormir que no le da abrigo suficiente.
Para un aspecto y una comodidad óptimas en la ropa de cama, lo ideal es cambiarla cada dos años, aunque hay que tener en cuenta siempre las instrucciones del fabricante para los ciclos de lavado y así hacer que se mantenga perfecta por más tiempo y comprarla de calidad (es preferible tener dos juegos solamente para irlos alternando y de buena calidad que tener varios que no den el confort ni tengan la durabilidad suficiente).
Los posts de MATINER Natural-Descans tienen fines informativos y no deben reemplazar el consejo de un médico u otro profesional médico.