Probablemente no haga falta que insistamos aquí sobre la importancia de un sueño reparador. De hecho, la propia palabra reparar lo indica: un buen sueño debe restablecer las fuerzas, dar aliento o vigor, como indica una de las acepciones del diccionario. Y esto debe producirse tanto corporal como cerebralmente. En esta ecuación es muy importante la almohada.
De hecho, si has llegado hasta aquí es posible que no lo estés teniendo, ya que poca gente buscará «cada cuánto cambiar de almohada» si duerme muy bien. ¿O quizá sea al contrario y has visto que tu almohada está envejecida y dudas sobre si cambiarla o no porque a pesar de todo te hace descansar de maravilla? Sea como sea, saber cuándo cambiar de almohada es una preocupación de muchos durmientes, y no hay una respuesta infalible, por lo que en este post te enumeramos signos que te indican que es el momento de desprenderse de ella.
Hablar de un lapso de tiempo exacto para reemplazar un producto, aunque sea importante para nuestra salud, siempre es un mito. ¿Verdad que nos plantearemos cambiar nuestra almohada incluso tras pocas semanas o meses después de comprarla si no dormimos bien en ella? O al contrario. ¿Si nuestra almohada es de gran calidad y la cuidamos escrupulosamente, tiene sentido cambiarla porque sí, a los 24 meses? En este sentido es muy importante elegir bien nuestra almohada. En este post explicamos cómo hacerlo en función de la firmeza y en este otro explicamos cómo hacerlo según el tipo.
¿Por qué se suelen dar estos plazos? En primer lugar, para vender más almohadas. Los fabricantes salen beneficiados de que exista esta creencia, de manera que encontraremos mucha información por internet que apunta en esa dirección. ¿Es totalmente falso que en 12 o 24 meses haya que cambiar nuestra almohada? Tampoco es exactamente así: este es el periodo de tiempo medio que se calcula que un producto de descanso que está en un contacto tan directo con fuentes de humedad, suciedad, bacterias, etc., como nuestros ojos, nuestra nariz, nuestra boca, nuestro pelo o nuestras orejas y que proporciona un apoyo tan importante para nuestras cervicales y alivio de la presión a nuestra cabeza puede empezar a degradarse.
Es el mismo caso que planteábamos en nuestro post sobre cada cuánto cambiar un colchón: también influye dónde vivimos (por el polvo que puede acumular nuestra almohada), cómo la cuidamos, cómo dormimos (no es lo mismo dormir boca abajo, en que nuestros fluidos van de forma directa a la almohada), etc. Por eso hay una serie de signos que nos pueden ayudar más que un plazo concreto.
Aunque sería materia para otro post completo, en general la duración de nuestra almohada tiene que ver con su calidad, sea del material que sea (viscoelástica, látex, plumas, poliéster, etc.), con el uso que le damos y el ambiente en el que dormimos (acceso de luz directa, humedad, polvo, etc.), entre otros. Sí que es cierto que los materiales naturales como el látex o la lana suelen ser muy duraderos, así como la viscoelástica, pero también influyen, a parte de todos los condicionantes anteriores, la forma en que está fabricada la almohada.
Recordemos que la principal función de una almohada es alinear el cuello y la columna. Si amanecemos con dolor de cuello y un tiempo atrás no nos pasaba es probable que nuestra almohada ya no nos proporcione apoyo. También puede ocurrir si tenemos dolor de espalda o dolor de cabeza. Si no nos resulta evidente que pueda ser este el motivo de nuestro dolor, porque nuestra almohada es nueva, por ejemplo, debemos consultar con nuestro médico.
Si nuestra almohada muestra bultos que antes no tenía, es que se está desgastando. En el caso de las espumas como el látex podemos notarla incluso rota por dentro. En este caso no sólo nos resultará incómoda y nos ocasionará despertares que perjudicarán nuestro sueño sino que no nos brindará apoyo suficiente para levantarnos renovados.
Si nuestra almohada presenta manchas de sudor o aceites corporales puede significar que no transpira lo suficiente, y esto suele ocurrir cuando son de mala calidad o ya es necesario reemplazarlas. Las almohadas nuevas tienen tratamientos que hacen que los sudores y aceites y otros fluidos como la saliva se puedan evacuar sin dejar marcas.
Una almohada debe recuperar su forma original si la doblamos por la mitad y la mantenemos así 30 segundos antes de soltarla. Si no es así, y permanece doblada, es que el material está desgastado y no nos proporcionará apoyo suficiente. Esto suele aplicar más a las almohadas de plumas y de poliéster que al resto.
Lo notaremos especialmente en el caso de almohadas de plumas o sintéticas, en especial las más blandas: si debemos componer con las palmas de nuestras manos la esponjosidad de nuestra almohada con demasiada frecuencia, es que ya no tiene la firmeza adecuada, y eso impedirá que durmamos bien en ella. En el caso de las almohadas de látex o viscoelástica notaremos que la almohada está hundida.
Si tienes más o más graves síntomas de asma o alergia y no tienes explicación alternativa, tu almohada puede tener mucho que ver. Recordemos que acumulan ácaros (especialmente las que no son de suficiente calidad), células muertas de la piel y moho, y éstos pueden provocar alergias y ataques de asma. Por eso es importante pasar la aspiradora, la vaporetta y voltear frecuentemente la almohada para aliviar los síntomas.
De acuerdo, hemos dicho que la antigüedad de una almohada no es la información que más debe pesar para decidir si debemos cambiarla, pero es cierto que si tiene muchos años, aunque durmamos bien en ella, puede haber acumulado bacterias, ácaros, etc. Si queremos prevenir posibles alergias o enfermedades, puede ser buena idea sustituir nuestra almohada.
Algunas almohadas indican una fecha de caducidad. Ésta está calculada según la vida útil que proyecta el fabricante, y esto tiene que ver con el tiempo que puede garantizar que una almohada bien usada no pierde su calidad y sigue brindando apoyo. Si ha expirado esta fecha no necesariamente debemos correr a comprar otra almohada al día siguiente, pero debemos plantearnos sustituirla lo antes posible.
Cuidar nuestra almohada de forma adecuada contribuirá a alargar su vida útil. Es fundamental seguir las instrucciones del fabricante para mantenerlas en perfectas condiciones, y seguir algunas pautas básicas:
En MATINER Natural-Descans fabricamos almohadas de látex y de viscoelástica con los mejores materiales y los más exigentes procesos de fabricación para proporcionar el mejor descanso.
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