La mayoría lo hacemos alguna vez pero pocas veces lo reconocemos: no tenemos el suficiente cuidado con la higiene de nuestro colchón. Esta superficie nos acoge tantas horas se convierte, con el paso del tiempo, en un verdadero ecosistema de suciedad, ácaros, bacterias y todo tipo de residuos orgánicos. Y un colchón sucio no sólo resulta desagradable estéticamente, sino que también puede suponer consecuencias serias para nuestra salud y nuestro bienestar en general. Por ejemplo, muchas personas atribuyen sus síntomas alérgicos como la congestión nasal o los ojos llorosos a la polinización cuando en realidad es su colchón el que actúa como una reserva de alérgenos, o hay quien experimenta inexplicables brotes de acné en la espalda, el cuello o la cara que en realidad están causados por las bacterias y los ácaros de un colchón sucio.
En este artículo hablamos del impacto de un colchón sucio, cómo prevenir la acumulación de suciedad y los métodos más efectivos para eliminarla.
Un colchón sucio no sólo son las manchas visibles que vemos. Es el hábitat perfecto para organismos y otros elementos indeseables como:
Se trata de la consecuencia más habitual de un colchón sucio, aunque los colchones limpios también albergan centenares de miles de estos minúsculos arácnidos invisibles a simple vista, que se alimentan de restos de nuestra piel muerta que se desprenden de nuestro cuerpo durante la noche. Son sus excrementos, cadáveres, partes de su cuerpo (mudan su piel) o enzimas digestivas las que producen alergias a millones de personas en el mundo al inhalarlos cuando quedan suspendidos en el aire. Por eso es muy importante mantenerlo limpio, porque se disminuye la cantidad de estos excrementos, cuerpos, etc., que provocan alergia, aunque sea imposible eliminarlos completamente. Usar una funda, además, pone una barrera adicional a estos alérgenos.
Los síntomas más frecuentes de la alergia a los ácaros son:
Cada noche liberamos entre 200 ml y 1,5 litros de sudor mientras dormimos. A éste se le añaden otros fluidos como saliva, lágrimas y aceites naturales de la piel que penetran en el colchón lentamente generando manchas y generando un entorno húmedo propicio para bacterias y hongos.
Diariamente, el cuerpo desprende aproximadamente 1,5 gramos de células muertas de la piel. Recordemos que las células de la epidermis, es decir, de la capa más externa de la piel, completan su ciclo de vida, mueren y se desprenden, dando paso a nuevas células. De hecho, buena parte del polvo de una casa son células muertas de nuestra piel. Estos 1,5 gramos son más de 45 gramos al mes y más de medio kilo al año, de las cuales una gran parte quedan atrapadas en el colchón, proporcionando alimento a los ácaros y contribuyendo a la acumulación de suciedad.
Tanto de humanos como animales domésticos, los pelos se acumulan en el colchón y pueden provocar reacciones alérgicas en personas sensibles.
Cremes, locions, desodorants i maquillatge que portem al llit són absorbits pel matalàs, creant taques difícils d’eliminar i atraient més brutícia.
El polvo que flota en el aire de nuestro dormitorio se deposita continuamente sobre la superficie del colchón, penetrando poco a poco en sus capas más profundas.
Ya hablamos en otro post del hábito de comer en la cama. Si lo hacemos a menudo, las migas y restos de comida se acumulan en el colchón atrayendo incluso insectos como hormigas, moscas y cucarachas.
Más allá de lo desagradable que resulta pensar que nuestro colchón pueda estar lleno de ácaros, sudor y suciedad, lo que debe preocuparnos también son las consecuencias que puede acarrear esto para nuestra salud y calidad de vida.
Aunque a priori no notemos la diferencia, la acumulación de ácaros y sus excrementos en nuestro colchón pueden provocar o empeorar enfermedades respiratorias como el asma, la rinitis alérgica y la sinusitis crónica. Como hemos avanzado al principio, lo que puede parecer una alergia estacional puede realmente estar provocada por nuestro colchón, por ejemplo. Los estudios apuntan a que las personas que duermen en colchones sucios tienen un 18% más de probabilidades de tener problemas respiratorios durante la noche.
Hay quien tiene acne y nota que en vez de mejorar durante la noche, como correspondería si seguimos una rutina facial y corporal adecuada, empeora. Esto puede ser porque la suciedad y los microorganismos acumulados en el colchón pueden empeorarlo. También puede causar irritaciones cutáneas, dermatitis de contacto o eczema. El sudor atrapado en un colchón puede provocar foliculitis (inflamación de los folículos pilosos) o pitiriasis (una infección fúngica superficial de la piel).
Un colchón sucio puede suponer despertares nocturnos y no entrar en fase de sueño profundo, esencial para la recuperación física y mental.
Las sustancias orgánicas que se acumulan en un colchón sucio generan olores desagradables que pueden persistir a pesar de usar ambientadores como perfumes ambientales o velas aromáticas.
Los materiales del colchón pueden deteriorarse por la suciedad acumulada, reduciendo significativamente su durabilidad y propiedades de confort y de apoyo. Un colchón correctamente mantenido puede llegar a durar hasta un 30% más.
Tal vez si has encontrado este post por las palabras «colchón sucio» es que ya es demasiado tarde para prevenir, pero antes de darte las claves para una limpieza efectiva, te proponemos unas pautas de prevención para que puedas seguir a partir de ahora:
Un buen protector de colchón, transpirable e impermeable es, sin duda, una excelente inversión para mantener un colchón limpio. Si los hoteles de lujo los usan y mantienen sus colchones como nuevos, obviamente eso es lo primero que debemos hacer. Estos protectores actúan como barrera entre el cuerpo y el colchón, evitando que el sudor, los fluidos corporales y las células muertas penetren en su interior. Existen protectores que incluso tienen tratamientos antiácaros y termoreguladores. Hay que recordar lavar el protector cada 2-4 semanas aproximadamente, siguiendo las instrucciones del fabricante.
La ropa de cama debe cambiarse y lavarse por lo menos cada semana, con agua caliente (a ser posible 60ºC si el tejido lo permite) para así eliminar eficazmente ácaros y bacterias. Si se tiene piel sensible o se es una persona alérgica, lo ideal es lavar la ropa de cama y las sábanas cada 3-4 días.
Hay quien no da la suficiente importancia a la ventilación, sobre todo cuando el dormitorio está en una zona que ya se considera suficientemente ventilada. Una práctica sencilla es no hacer la cama inmediatamente y dejar que se ventile. Si dejamos el colchón «al descubierto» durante un mínimo de 15-20 minutos para que se evapore la humedad acumulada durante la noche, se dificulta la proliferación de hongos y ácaros que prosperan en los ambientes húmedos.
Es siempre tentador, especialmente si se tiene televisión en la habitación o si se comparte piso y se acostumbra a usar el dormitorio también para comer, desayunar o comer en la cama. Lo ideal es no hacerlo, y si lo hacemos muy puntualmente, hay que vigilar que sea en una bandeja, con alimentos o bebidas que no se derramen o no generen migas. No es lo mismo comerse una manzana que seguramente no supondrá riesgos, que unos fideos con salsa que salpican o un bocadillo de atún.
Es cierto que mucha gente prefiere ducharse por la mañana para despertarse y empezar bien el día, pero hacerlo antes de acostarse reduce significativamente la cantidad de contaminantes que llevamos a la cama. Es importante lavarse las manos y la cara para eliminar residuos (entre ellos los cosméticos), polen u otros alérgenos que puede acumular la piel durante el día.
La ropa que usamos para dormir debe ser cómoda, transpirable y sobretodo estar limpia. Es recomendable cambiarla cada 2-3 días como máximo, al fin y al cabo es la primera capa en contacto con nuestro sudor y nuestras células muertas.
Hay quienes piensan que dormir con nuestra mascota en la cama no supone un gran problema, pero contribuye significativamente a la suciedad del colchón. Los pelos de animales son especialmente difíciles de eliminar, así como la suciedad de sus patas (aunque las limpiemos) y posibles insectos que pueden provocar reacciones alérgicas y suponer alimento para los ácaros.
Si no podemos evitar dormir en una zona húmeda, usar un deshumidificador puede ser efectivo para que nuestro colchón no acumule humedad.
A pesar de todas las precauciones, con el tiempo es inevitable que el colchón acumule cierta cantidad de suciedad. Estas son las técnicas más recomendadas:
Hay veces en las que ni siquiera con los mejores esfuerzos, algunos colchones ya no pueden limpiarse de forma efectiva. Estas son algunas señales que indican que es hora de reemplazar el colchón por estar demasiado sucio.
Mantener limpio el colchón no es simplemente una cuestión estética o de higiene básica, es una inversión directa en nuestra salud, calidad de vida y rendimiento diario.
Un colchón limpio proporciona:
Dedicar unos minutos semanales y unas pocas horas trimestrales al cuidado y mantenimiento de nuestro colchón es, sin duda, una de las rutinas de higiene con mejor relación coste-beneficio.
Esta actividad debería formar parte de las rutinas de limpieza de nuestro hogar, aprovechando los cambios de estación (y por ejemplo de armario) para limpiezas más profundas.
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