Cuando buscan información sobre productos de descanso, la mayoría de personas todavía piensan que la densidad de un colchón es lo mismo que su firmeza. Quizá buscan un colchón firme y por eso compran un colchón de alta densidad, que puede no ser muy firme. O viceversa. Firmeza y densidad en un colchón en realidad son muy diferentes.
Si bien es cierto que los colchones con mayor densidad acostumbran a ser más firmes, esto depende mucho de la combinación de materiales en el núcleo y de los acolchados. Por otro lado, existen colchones de menor densidad que pueden llegar a ser bastante firmes si los acolchados lo son.
¿Entonces, qué es la densidad del colchón, exactamente, y qué propiedades aporta?
En primer lugar, la medida de la densidad suele aplicar a los colchones de espumación, incluyendo la viscoelástica, pero también aplica a los colchones de látex. Se refiere al peso de la espuma (en el caso del látex, la espuma de látex) en kilogramos por metro cúbico. Las espumas más densas tienen más cantidad de ese material por metro cúbico que las menos densas. Y cuanto más material en el mismo espacio, más costoso es un colchón, y más duradero, ya que tiene una mayor resistencia a la pérdida de firmeza (de la que hablaremos más adelante en este post) y más resiliente es al estrés.
Para que las personas que duermen en ellos puedan beneficiarse de las diferentes propiedades que ofrece cada tipo de densidad, a menudo los colchones de espuma y de látex de calidad presentan diferentes combinaciones de materiales. Por ejemplo, lo que a menudo se ve es un colchón con una capa superior de baja densidad y una capa inferior gruesa de alta densidad, para poder aportar una gran durabilidad al producto y a la vez una sensación menos firme.
Los colchones de viscoelástica se suelen dividir en tres tipos de densidades: baja (18-40 kg por m3), media (45,75 kg por m3) y alta (más de 80 kg por m3), mientras que los colchones de espumación, suelen partir de una densidad mínima de 25 kg por m3 hacia arriba.
En el caso de los colchones de látex, la densidad mínima recomendada es de 70 kg por m3. Sin embargo, como explicaremos un poco más adelante en este post, la densidad no otorga necesariamente una mayor firmeza: en el caso de los colchones de látex, son mullidos tengan la densidad que tengan, de manera que si se prefiere un colchón más firme, lo ideal es optar por un colchón de otro material.
Antes de hablar de la firmeza de un colchón, y relacionarla con la densidad, es necesario hablar de otra característica fundamental: la dureza.
La dureza de un colchón es una medida que tiene que ver con lo que se comprime una espuma (de poliuretano o de látex) en relación a la presión que se ejerce en ella, es decir, que se mide en un rango de tolerancia establecido y no es una figura única para todos.
Para conocer la dureza de un colchón se comprime cada pieza de espuma al 40% de su tamaño original y se mide la fuerza en newtons (N) que hace falta para lograrlo. Así, una clasificación de dureza de 70-100N significa que se requieren entre 70 y 100 newtons de presión para comprimirla al 40%. Cuanto más alta es la figura, más fuerza se necesita y, por lo tanto, más dura es la espuma.
En el caso de los colchones de espuma, existen las espumas de alta resiliencia (HR), que recuperan mejor su forma después de su uso, independientemente de su densidad. Esto significa que mantienen su nivel de dureza durante más tiempo. Las espumas HR encarecen el precio de un colchón, pero lo hacen mucho más duradero, por lo que suelen ser mucho más rentables que otros tipos de materiales.
A diferencia de la densidad y la dureza, la firmeza de un colchón no está relacionada con las cualidades del material que lo compone, sino con la sensación al contacto con el cuerpo (no ceden inmediatamente), y tiene que ver especialmente con la combinación de materiales y el tipo de acolchado. Esto es lo más importante para poder distinguir cada tipo de propiedad.
La única forma de calcular con precisión la firmeza y la calidad de la espuma es conocer tanto su densidad como su dureza. La densidad muestra la cantidad de espuma utilizada y la dureza da firmeza. También requiere saber la sensación o reacción deseada de la espuma (respuesta rápida, compresión lenta, nivel de apoyo, etc.): hay espumas muy duras pero que a la vez son sensibles y elásticas, por lo que a pesar de tener una calificación de alta dureza, el método de fabricación les confiere una sensación “mullida”.
Sin conocer estas medidas y descripciones, sólo se puede especular sobre la firmeza del colchón. Podría ocurrir que una espuma de una densidad de 60 kg por m3 tenga una dureza de 40-70N y una espuma de 40 kg con una dureza de 70-100 N, por lo que la espuma menos densa sería más firme, pero la espuma más suave (menos firme) de 60 kg sería más resistente ya que hay más cantidad de material en su interior.
Los colchones de baja firmeza suelen ser preferidos por aquellos a quienes no les gusta la sensación de rigidez en su superficie al acostarse y prefieren una mayor adaptabilidad a su cuerpo. No suelen ser adecuados para quienes pesan mucho, al poder conferir una mayor sensación de hundimiento, especialmente en el caso de la espumación y la viscoelástica, y aún más si son de baja densidad.
Se trata de los colchones más vendidos, ya que ofrece una firmeza ni muy elevada (algo que aporta sensación de rigidez) ni muy baja. Si pensamos en la cama que acababa eligiendo Ricitos de Oro y en la casa de los Tres Ositos entenderemos la idea. Aunque, como hemos dicho, no tiene por qué ir ligada a la densidad, suele ser habitual en colchones de densidad intermedia, y eso hace los hace accesibles a un mayor rango de presupuestos.
Quienes cuentan con un presupuesto flexible y quieren un colchón duradero pero de firmeza media, suelen optar por las combinaciones de materiales de diferentes densidades para aportar diferentes grados de dureza y firmeza (por ejemplo, una capa superior de baja densidad con una capa inferior de alta densidad), que le conferirán más suavidad al tacto (sensación más mullida) que un colchón firme y menor sensación de hundimiento que un colchón suave y poco duro.
Los colchones de elevada firmeza suelen ser también (aunque no siempre) de alta densidad, reservados especialmente a personas con necesidades de descanso y hábitos de sueño muy concretos, como personas que se mueven poco, personas que duermen en pareja y necesitan una gran independencia de lechos, personas con dolencias de espalda o articulares.
Los colchones firmes generalmente se notan rígidos al contacto, pero en general, con el calor corporal se adaptan a la forma del cuerpo. Esto se debe a que están diseñados para brindar el mejor soporte en muchos de los puntos de presión.
Los colchones de firmeza alta suelen ser de espumación o viscoelástica, ya que el látex, por definición, tiene “rebote” (es más mullido) y por lo tanto no da sensación de rigidez, aunque la combinación de látex natural con sintético ofrece prestaciones que con el látex natural sólo no serían posibles.
Cuando optamos por poner en valor la densidad de un colchón para procurar una mayor calidad en nuestro descanso, es importante tener en cuenta las implicaciones que tiene, no sólo sobre el precio, sino también sobre la sensación térmica, especialmente en el caso de la espuma y la viscoelástica. A mayor densidad, menor separación entre partículas de material, y por lo tanto menos circulación de aire existe y más sensación de calor generará y más probabilidades habrá de que puedan proliferar hongos y bacterias, así como malos olores.
Por eso es importante recurrir a fabricantes de calidad (y a ser posible, de proximidad), que no sólo inviertan esfuerzos en productos con un núcleo de una densidad determinada, sino a en una combinación idónea de materiales y tejidos frescos en el exterior, y un fácil desenfundado para un correcto mantenimiento. Es el caso de Matiner con sus modelos Heveà o Mediterrani, entre otros, tratados con Ultrafresh, basado en la molécula de zinc pyrithione.
En el caso del látex, que es naturalmente transpirable y antibacteriano, no suele generar problemas de proliferación de hongos y bacterias, aunque si no cuenta con tejidos adecuados de calidad, como el algodón en el caso del colchón Artes-Natur en su gama alta, o Miolatex de Matiner, en su gama media, también pueden no ser aptos para personas calurosas, no sólo por su densidad, sino también porque al ser más mullidos, con una dureza y una firmeza menor, la superficie de contacto del cuerpo con el colchón es mayor, y eso puede aumentar la sensación de calor.
Es imposible que un colchón de alta densidad de calidad valga 300 euros. Tras los precios bajos de tiendas que venden por internet (por mucho que abarate el coste de producción el hecho de no tener que atender presencialmente a los clientes), suele esconderse información omitida. Por ejemplo, algunos fabricantes anuncian sus colchones como de alta densidad, porque la concentración de material por m3 es elevada, pero en total sólo contienen unos pocos centímetros de material (a veces, incluso incluyen sólo de 7 a 10 mm en su acolchado).
Comprar un colchón siempre es una inversión, gastemos 300 euros o 1.000 euros. Lo que debe importarnos especialmente es si esa inversión nos resultará rentable. No podemos olvidar que dormimos todos los días y necesitamos un descanso reparador para afrontar nuestras tareas cotidianas, algo que tiene la suficiente importancia como para no conformarnos con un comparador de colchones o lenguajes rebuscados sin ninguna base científica con el que nos pueda desorientar un comercial de una gran cadena que conozca el sector sólo de forma superficial.
Un colchón de calidad y adaptado a nuestros hábitos de sueño será un gran compañero durante muchos años, mientras que uno que no nos dure o que nos canse, será dinero tirado a la basura. Debemos dividir el precio del colchón por los días de descanso placentero que nos va a dar, para concluir cuál es la opción más beneficiosa.
A la hora de elegir un colchón por su densidad, por lo tanto, lo más recomendable es dejarse aconsejar por un especialista en descanso y probar el producto. No existe ninguna fórmula o máquina infalible capaz de indicarnos cuál es nuestro colchón ideal. Lo que mejor asegura que nuestra inversión en un buen descanso será lo más acertada posible es acudir a una tienda de colchones de confianza, de las de toda la vida, que conoce su producto y a los fabricantes, y permite ver, tocar y probar.
Los posts de MATINER Natural-Descans tienen fines informativos y no deben reemplazar el consejo de un médico u otro profesional médico.