Una mañana romántica en una película a menudo sugiere una escena que muchos envidiamos: un desayuno en la cama. Hasta los hoteles, para evocar esa sensación de darnos un gustazo, muestran fotos de bandejas con un café humeante, bollería recién horneada, zumo, macedonia y hasta una flor. Pero ¿qué ocurre si eso se repite más de la cuenta? Vivir en un espacio diáfano en el que la cama también es sofá y la usamos habitualmente para comer un bocadillo que deja el colchón lleno de migas mientras vemos la televisión ya se aleja bastante de esa idílica imagen de cine.
En este post reflexionamos sobre si es malo comer en la cama y cuáles son las recomendaciones para hacerlo de forma moderada, como suele requerírsenos con la mayoría de placeres en la vida.
Hay una parte que casi nunca se muestra de ese desayuno romántico en la cama: el café que se cae, traspasa la sábana y mancha el colchón. En ese momento muchos probablemente se levantarán, harán control de daños (toallas de papel, agua y jabón con una esponja, aclarado con agua y un trapo limpio, secado, y probablemente sacar directamente la funda para llevarla de inmediato a la lavadora) y continuarán comiendo en una mesa.
Si evocamos escenas más underground quizá sí que nos vendrá más fácilmente a la cabeza este inconveniente de comer en la cama: pisos de estudiantes en los que las manchas de tomate de la pizza en la cama están a la orden del día.
Notar las migas al dormir es uno de los inconvenientes que quizá nos harán hacer propósito de enmienda después de comer en la cama. Pero es que además las migas y los derrames atraen plagas (hormigas e incluso cucarachas), crean moho por la humedad y generan un ambiente ideal para el crecimiento de microorganismos y para la proliferación de ácaros, generando malos olores y un ambiente poco higiénico.
A menudo si comemos en la cama nos relajamos más de la cuenta y comemos en posturas que después nos pueden generar incomodidad y dolores, e incluso riesgo de atragantamiento.
Si tendemos a comer en la cama habitualmente (y esto ocurre sobre todo en los casos en los que se usa la cama de sofá y viceversa) es posible que el cerebro no asocie la cama al hábito de dormir y nos cueste más conciliar el sueño y que este sea reparador. Además, puede causar problemas digestivos si tendemos a dormir justo tras comer, al tener las dos opciones tan juntas en el espacio y el tiempo.
Es muy común ver la televisión mientras comemos. Si, además, esto lo hacemos directamente en la cama, la luz azul puede suprimir la producción de melatonina, que altera todavía más los ciclos de sueño.
Comer en la cama tiende a hacer que las horas de las comidas se difuminen, al no requerir el ritual de poner y quitar la mesa, etc. Esto puede hacer que no comamos a las horas adecuadas y lo hagamos incluso más frecuentemente de lo necesario.
Generalmente comemos sentados, por lo que si usamos el colchón para sentarnos muy a menudo, lo deformaremos, porque no está diseñado para aguantar una presión tan localizada durante mucho tiempo, sino para repartirla en diferentes puntos con menos presión. Eso provocará que no sea tan cómodo en esa zona.
Un colchón en una cama en la que se come tiene una vida útil mucho más corta por todo lo expuesto anteriormente: las manchas, el moho, los ácaros, las deformidades… Eso supondrá una incomodidad mayor durante el tiempo que lo mantengamos y un gasto de dinero mayor en menos tiempo, ya que lo tendremos que reemplazar antes.
Aunque no es lo más recomendable, siempre hay una ocasión para todo y podemos tener en cuenta algunos consejos para comer ocasionalmente en la cama.
Existen bandejas sólidas, con patas resistentes, o incluso mejor, las que se sujetan en una estructura apoyada en el suelo y no en el colchón. Una buena bandeja minimizará el riesgo de derrames, de manchas y de migas.
No es lo mismo comer hummus con palitos de zanahoria, que no suponen un mayor riesgo de manchas, migas o derrames, o fruta, que un plato de espaguetis o carnes con salsas. O un bocadillo de atún o un kebab que pueda soltar trozos o un bocadillo de paté. Lo ideal es comer cosas que se manejen con la mano y que no se desmenucen.
Beber directamente de la botella en vez de usar un vaso y platos hondos en vez de planos es más seguro ante incidentes.
Tal vez este exceso de preparación quite el glamour o la condición informal de comer en la cama, pero proteger el colchón con una sábana extra, un cobertor o una toalla es una buena idea, ya que en caso de incidentes sólo es necesario lavar esa protección.
Comer estirado, además de más inseguro para la salud, también supone más riesgo de no controlar correctamente la comida.
Plantearse este acto como un capricho muy esporádico o para ocasiones en las que estamos enfermos es la mejor decisión para evitar lo malo que supone comer en la cama.
En Matiner Natural-Descans entendemos que la cama es más que un lugar para dormir – es un santuario para la relajación y el confort. Aunque siempre recomendamos preservar un colchón utilizándolo principalmente para dormir, sabemos que a veces merece la pena dejarse regalar un desayuno o un tentempié o unas palomitas en una noche de cine en la cama. Por eso nuestros colchones están fabricados con tejidos resistentes a las manchas y fáciles de limpiar, para garantizar que los caprichos ocasionales no comprometan la vida útil de nuestra superficie de descanso.
Es importante recordar que un colchón limpio y en buen estado es la clave para lograr el sueño reparador que nos merecemos durante muchos años.
Los posts de MATINER Natural-Descans tienen fines informativos y no deben reemplazar el consejo de un médico u otro profesional médico.