Dureza colchón

Dureza del colchón: ¿cuál es la mejor para ti?

Cuando elegimos un colchón en lo primero que solemos fijarnos es en la sensación subjetiva de confort que nos ofrece. Esta sensación de confort está relacionada, en el contacto inicial, con los materiales sobre todo del acolchado, que son las capas más cercanas al cuerpo, responsables de está primera impresión. Por ejemplo, la espuma viscoelástica, el látex o el gel suelen proporcionar diferentes sensaciones de inicio. Sin embargo, hay otra característica que también nos llamará la atención justo después, que es la dureza del colchón, o mejor dicho, la firmeza.

Como explicamos en posts anteriores, la dureza y la firmeza suelen confundirse, pero no son exactamente lo mismo, aunque influyen entre ellas. La dureza tiene que ver con una propiedad técnica, que no siempre se refleja de la misma manera en la firmeza, que es una propiedad más bien subjetiva, y hace referencia a la sensación de apoyo que nos proporciona (que el cuerpo no se hunda). Ahora lo explicaremos.

Diferencias entre dureza del colchón y firmeza

Conocer las diferencias entre la dureza del colchón y su firmeza es fundamental para elegir bien un colchón o para saber si el que tenemos es adecuado.

  • Dureza. Todos hemos deformado una esponja tradicional alguna vez: se comprime muy fácilmente. Eso es porque es blanda, es decir, no ofrece resistencia a la deformación, aunque luego vuelve a recuperar su forma. En cambio, cuando presionamos otro tipo de espuma, como por ejemplo la colchoneta que podemos usar en un gimnasio, es mucho más difícil de comprimir. A está propiedad se le llama dureza. Es la resistencia del material a la deformación. Es la que solemos detectar siempre al primer contacto con el colchón.
  • Firmeza. Cuando nos estiramos en un colchón un rato y notamos que no nos hundimos fácilmente, que nos ofrece apoyo, decimos que estamos ante un colchón firme. Obviamente esto tiene mucho que ver con la dureza, pero no es exactamente lo mismo, porque podemos encontrar un colchón que notemos que no se hunde pero que a la vez nos de una sensación de mullidez, gracias a capas inferiores de apoyo muy estructuradas (como muelles ensacados) y capas superiores de látex, por ejemplo. La firmeza suele expresarse en una escala de 1 a 10 o de 1 a 100.

Por esto es complicado juzgar un colchón sólo estirándose en él cinco minutos en la tienda, ya que la sensación de dureza, que es lo primero que notamos, no suele ser la definitiva, que es la firmeza, el apoyo que nos ofrece. En este post hablamos de como probar un colchón en la tienda.

¿Qué dureza del colchón es mejor?

Ya hemos visto que la firmeza del colchón es algo más bien subjetivo, aunque suele valorarse numéricamente en un porcentaje o del 1 al 10. Está, como decimos, relacionado con la firmeza, porque generalmente si un colchón es duro, es más firme, aunque puede modularse con la combinación de capas interior y sus gruesos. Es aquí donde juega un papel importante el diseño del colchón.

Mucha gente suele pensar que cuanto más duro sea un colchón, mejor es, pero no es así. Depende de varios factores, pero sobre todo, del peso y de la postura al dormir. Es evidente que no hundirá lo mismo un colchón una persona que pesa 50 kg que otra que pesa 120, como también lo es que una persona que suele dormir la mayor parte del tiempo de lado, hundirá más el colchón porque lo presiona las caderas y los hombros de forma más concentrada. Además, si una persona tiene problemas articulares, un colchón le resultará más duro que a otra que no los tiene, porque las articulaciones inflamadas son más sensibles a la presión.

También es obvio que el cuerpo siempre se tiene que hundir ligeramente en un colchón, para permitir una correcta alineación de la columna vertebral, ya que no tenemos un relieve recto.

Por eso hay que considerar todos estos condicionantes.

  • Peso corporal. Una persona que pese poco necesitará un colchón más blando, porque deberá ceder con menos presión, mientras que alquien que pese mucho, necesitará una mayor resistencia a la deformación.
  • Posición habitual de sueño. Alguien que duerme boca arriba necesitará una dureza media para mantener la columna alineada, mientras que quien lo hace de lado necesitará que el colchón ceda más para permitir que los hombros y las caderas se hundan ligeramente y mantengan una posición correcta de la columna. Los durmientes que lo hacen boca abajo deberán optar por un colchón más duro para que la zona lumbar no se les arquee excesivamente hacia abajo.
  • Problemas de espalda o articulares. Hay condiciones médicas específicas que pueden requerir durezas particulares para proporcionar el apoyo adecuado o aliviar la presión en zonas concretas, como por ejemplo la artritis o la fibromialgia o la hernia discal.
  • Preferencia personal. Hay quienes de ninguna manera sienten confort con un colchón más blando, aunque no lo necesiten por peso o por la postura al dormir, por lo que elegirán una dureza de colchón más elevada.
  • Compartición del colchón. Es posible que si dormimos acompañados debamos decantarnos por un colchón más duro del que elegiríamos si durmiéramos solos, para soportar a los dos durmientes, sobre todo si el material no ofrece una buena independencia de lechos.
  • Temperatura corporal. Cuanto más blando es el colchón, más en contacto lo tenemos con nuestra piel, por lo que si somos calurosos quizá prefiramos uno más duro.

¿Qué materiales ofrecen mayor dureza al colchón?

Cuando elegimos un colchón, a menudo lo primero que miramos es el material de que está hecho, y a partir de ahí, comparamos durezas. En este sentido es importante señalar que la elección de materiales tiene más que ver con las preferencias personales o una combinación más amplia de factores que con la dureza que ofrecen en sí misma, porque cada material puede tener un rango amplio de durezas (siempre modificables dentro de unos límites). En general podemos decir que existen:

Materiales naturalmente más blandos

  • Viscoelástica. Típicamente ofrece dureza baja a media, por eso se combina con materiales más duros en el núcleo, como la espuma técnica o los muelles.
  • Fibras sintéticas de confort. Suelen usarse en las capas superiores, como fibras de poliéster de alta suavidad o microfibras de silicona.

Materiales naturalmente de dureza media

  • Látex natural. Suelen ofrecer un rango medio de durezas, por lo que es muy combinable con materiales más duros en el núcleo para ofrecer una sensación de firmeza suficiente.
  • Espumas HR (alta resiliencia). Se parecen mucho al látex, ofrecen una gama media de durezas combinable con materiales más duros en el núcleo, como la espuma de alta densidad.
  • Gel infusionado en espumas. Proporciona sensación media de dureza con una mejor disipación del calor.

Materiales naturalmente duros

  • Espumas de alta densidad. Permiten un amplio rango de durezas, incluyendo las elevadas, por lo que suelen usarse para el núcleo del colchón combinadas con capas exteriores más blandas de látex o de viscoelástica.
  • Muelles ensacados. Proporcionan firmeza y pueden tener distintas tensiones, pero generalmente son la base más dura.
  • Fibra de coco. Suele usarse en colchones naturales y es inherentemente firme.

MATINER Natural-Descans, especialista en colchones de dureza adecuada

En MATINER Natural-Descans fabricamos colchones con una amplia gama de niveles de firmeza para adaptarnos a las necesidades específicas de cada cliente. Nuestra colección abarca desde colchones viscoelásticos como el Aura y el Iris, que aportan suavidad y adaptabilidad, hasta modelos más firmes como el Verónica con Densitex® o el Hevea de látex natural con siete zonas de descanso diferenciadas. Puedes consultar nuestro catálogo aquí. Estamos especializados especialmente en el sector de la hostelería y el alojamiento, con soluciones personalizadas para hoteles, balnearios, apartamentos turísticos, hostales y residencias, donde la durabilidad y el confort de nuestros productos garantizan tanto la satisfacción de los huéspedes como una óptima inversión para los propietarios. Nuestra experiencia nos permite recomendar la firmeza adecuada en función del peso, la postura habitual al dormir y las necesidades específicas de cada persona o establecimiento, garantizando siempre un descanso reparador con materiales respetuosos con el medio ambiente y de la máxima calidad.

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