En otro post hablamos de cómo podemos dormir más frescos, dado que para dormir bien es importante una temperatura corporal adecuada un poco por debajo de la temperatura de nuestro cuerpo durante el día. Sin embargo, dormir con frío dista mucho de ser saludable porque supone respuestas fisiológicas que alteran la calidad de nuestro sueño. Es algo que debemos tener en cuenta en verano si dormimos con el aire acondicionado puesto o en invierno o en ambientes fríos en los que no usamos ropa de abrigo adecuada ni calentamos la estancia lo suficiente.
Una de las señales de que hemos dormido con frío es la rigidez muscular en el cuello, la espalda, los brazos o las piernas. También podemos tener dolor de cabeza, dolor articular (sobre todo en rodillas, codos y espalda) y temblores matutinos, por ejemplo. Durante la noche, es habitual vernos abrazados a almohadas, enroscados con las manos debajo de la cabeza o entre las piernas para mantenerlas calientes, despertar a menudo por la incomodidad, y luego tener la sensación de no haber descansado.
Algo que se suele asociar a dormir con frío es constiparse. Pues bien, esto es lo único que no tiene que ver con la temperatura de nuestro cuerpo. Los constipados los causan los virus (generalmente rhinovirus), y el frío no crea virus. Debemos estar expuestos a alguien que esté infectado. Existe esta creencia porque los constipados proliferan en invierno, cuando hace más frío, pero esto es porque en invierno pasamos más tiempo en espacios cerrados y mal ventilados y con más gente cerca. Además, el aire seco de las calefacciones puede secar las mucosas y hacernos más susceptibles.
Por eso debemos saber que si dormimos con frío pero no hay virus presentes, no nos constipamos, el frío solo puede facilitar la infección si ya hay patógenos alrededor pero nunca son una causa directa.
Las causas principales de dormir con frío son ambientales: cambios de temperatura durante la noche, mal aislamiento de la estancia, ausencia de calefacción o de ropa de cama y de dormir adecuadas, etc.
Un factor determinante en la temperatura corporal al dormir es el colchón. Un colchón fino o de materiales que no generen una barrera térmica, un somier que transmite el frío del suelo o una cama vieja que haya perdido sus propiedades puede evitar que durmamos en la temperatura ideal. También influye por supuesto la ropa de cama y de dormir que usemos.
Es evidente que la temperatura ambiental es fundamental para no dormir con frío: si es demasiado baja, sea porque es invierno o porque hemos puesto el aire acondicionado demasiado fuerte o porque hay demasiada corriente de aire, será necesario subirla. Si estamos en invierno, podemos calentar la habitación antes de ir a dormir. Sin embargo, hay que recordar que nuestro cuerpo necesita estar un poco más frío de lo que lo estaría durante el día para poder conciliar el sueño y entrar en las fases de sueño profundo. Demasiado calor también provoca sueño fragmentado, sudor nocturno que provoca despertares, etc.
A veces dormimos con frío porque una de las superficies que están más tiempo en contacto con nuestro cuerpo mientras dormimos, como el colchón y la base del colchón. A menudo no es por el material, si bien es cierto que unos materiales son más cálidos que otros (la viscoelástica es más cálida que un colchón de muelles), sino por el grueso total y por el de sus capas interiores. A mayor grueso del mismo material, mayor aislamiento térmico, y si combinamos un colchón fino con un topper grueso de lana, puede ser más efectivo contra el frío que un colchón grueso sin capas adicionales.
Si nos da la sensación de que nuestro colchón es frío pero no lo queremos cambiar porque es nuevo, podemos probar con un topper cálido. También debemos contar con la base del colchón: si transmite el frío quizá es mejor cambiarla. Por ejemplo, ahora que está de moda dormir con tatamis finos, estos pueden ser más fríos, así como los somieres con espacios grandes entre láminas, mientras que las bases de madera de una sola pieza o somieres con buena densidad de láminas suelen aislar mejor.
Puede parecer una exageración, pero hay quien piensa que su colchón o el ambiente de su dormitorio es demasiado frío porque no duermen con un pijama adecuado o usan ropa de cama insuficiente o que no es suficientemente cálida. En invierno, nuestros materiales aliados son la lana, la franela y el polar, evitando sintéticos que no transpiran, nos hacen sudar y la humedad nos hace sentir frío.
La ropa de cama, por otro lado, debe ser también de materiales como la lana, la franela o el polar, o si son sintéticos, deben ser de calidad, con un buen gramaje. Las múltiples capas suelen funcionar mejor que una sola gruesa, porque entre ellas crean bolsas de aire que actúan como aislante térmico y permiten regular mejor la temperatura poniendo o quitando capas.
Para no dormir con frío lo ideal es programar la calefacción 30-60 minutos antes de entrar a dormir, hasta los 20-22 grados, y después reducirla gradualmente durante la noche hasta los 16-18°C, así se respeta la bajada natural de la temperatura corporal para el sueño profundo. Debemos mantener puertas cerradas y usar cortinas gruesas para retener el calor. Si somos muy frioleros, más que subir más la calefacción, es más recomendable usar una manta eléctrica (que deberemos apagar antes de dormir) o una botella de agua caliente. La clave es hacer una transición suave de un ambiente cálido inicial que facilite la conciliación del sueño hasta una temperatura más fresca que mantenga el sueño sin provocar un frío excesivo. También es más económico y saludable que una calefacción muy alta toda la noche.
El aire acondicionado es indiscutiblemente nuestro aliado contra el calor, pero abusar de él puede hacer que acabemos durmiendo con frío. El aire acondicionado debe estar a un mínimo de 22-24 grados durante la noche (más alto que los 16-19 grados que se recomiendan para la calefacción). La ropa de cama en verano si dormimos con aire acondicionado debe ser suficientemente cálida, ligera pero aislante. En este caso vuelve a ser importante usar capas en la cama (sábana, manta fina…) para poder regular la temperatura corporal: si sólo contamos con un nórdico, acabaremos compensando el calor que nos da con un aire acondicionado demasiado fuerte. Además, debemos pensar que el aire acondicionado crea zonas de temperatura desigual en una habitación. Los materiales deben respirar bien, como el algodón o la lana, para evitar que se acumule humedad fría.
En MATINER Natural-Descans trabajamos con colchones de viscoelástica avanzada y espuma HR que incorporan tratamientos termorreguladores que mantienen el calor corporal durante las noches frías evacuando la humedad para evitar sensaciones desagradables de frío húmedo y problemas de higiene como los hongos o los ácaros. Nuestros colchones reducen la dependencia de la calefacción y garantizan un sueño reparador independientemente de la temperatura exterior.
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